El académico del Departamento de Ingeniería de Minería de la Pontificia Universidad Católica, Gustavo Lagos, considera que Chile tiene una gran responsabilidad -a nivel global- en la producción de cobre, sobre todo para el combate contra el cambio climático. En ese sentido, señala que los tiempos de tramitación de los permisos ambientales para realizar proyectos mineros en el país deben acortarse, pero sin disminuir las exigencias.
¿Qué opina sobre el proyecto de Royalty a la Gran Minería en Chile y cómo está afectando a la industria? Tomando en cuenta que el proyecto fue despachado hace cerca de un mes.
Tal como dijo el presidente, Gabriel Boric, lo que se acordó fue un poco menos de lo que le habría gustado al Gobierno y un poco más de lo que le habría gustado a la industria. Entonces, efectivamente hubo una negociación, donde -digamos- se llegó a un número final. Pero, la verdad es que no sabemos con certeza cuáles serán sus repercusiones.
De momento, las primeras señales son buenas, ya que después de eso hubo dos anuncios importantes; la inversión grande de la Minera Escondida y las inversiones de Antofagasta Minerals. Eso quiere decir que las empresas grandes están siguiendo adelante con sus inversiones a largo plazo.
En ese sentido, yo también espero que pronto dejemos el discurso de que las mineras se están llevando a todo. La verdad es que nunca ha sido así. Ahora que se ha llegado a este número -que es bastante alto-, espero que este discurso se detenga, porque es muy demoledor para la industria, ya que muestra que no hay aprecio realmente por la actividad.
La minería siempre ha sido fundamental en Chile y es importante que la gente la aprecie.
¿Se proyecta que el Royalty podría tener consecuencias negativas a largo plazo?
No es que podamos ver los efectos del Royalty Minero durante lo que queda de año, por ejemplo. No, por supuesto que no, pero, es una buena señal que estas inversiones de largo plazo hayan sido anunciadas después de que se votó el proyecto. Significa que, por lo menos, estas grandes empresas van a seguir adelante -incluso- con el nuevo royalty.
Ahora, no sabemos qué va a pasar con la inversión en varios años más, porque, en definitiva, no lo podemos comparar. Aunque, hay personas que piensan que lo que pasó después de que se votó el Royalty de 2005 es indicativo, porque aumentó el impuesto.
Efectivamente, ese evento coincidió con un estancamiento de la producción minera de China, pero no con la inversión. Sin embargo, la inversión no pudo detener el efecto de la reducción de la ley de los minerales y, por lo tanto, la necesidad de tener faenas nuevas y expandir la producción.
A pesar de toda la inversión que se hizo -que fueron 150 mil millones de dólares entre Codelco y la industria privada, entre 2004 y 2021-, la producción no aumentó. Entonces, uno podría decir “esto fue efecto del royalty”, pero la verdad es que no lo podemos demostrar. Pero, bueno, esas son algunas de las dificultades que tenemos por delante.
¿Cuáles son los cambios regulatorios más relevantes que trae este proyecto -el Royalty Minero- para la industria en el país?
El más relevante es que la tributación total se elevó desde un promedio de 39% para las grandes empresas mineras del cobre a 44,8%. O sea, es un aumento muy significativo, estamos en un rango bastante superior al de otros países mineros.
Ya no pueden decir que Chile tiene poca tributación. Está en el rango superior de los países que pagan tributación minera, en este momento, por lo menos.
¿Cuál es la importancia económica y social de la minería en Chile y cómo eso repercute en el resto del mundo?
Tiene una repercusión mundial, porque, a pesar de todas las dificultades que se presentan para hacer nuevas iniciativas en Chile, somos el país que tiene más proyectos futuros y eso es muy importante globalmente, porque hoy está vigente la lucha contra el cambio climático y ahí hay dos cosas centrales; el cobre y el gas.
¿Por qué el cobre? Porque se usa en todas las aplicaciones de mayor relevancia para el combate al cambio climático. Es decir, energías renovables, electrificación de las redes, construcción de vehículos eléctricos -que usan mucho más cobre que los autos convencionales- y muchas otras cosas que están involucradas en la lucha contra este fenómeno y que implican un mayor uso del cobre.
Entonces, si Chile flaquea en proveer parte de la oferta que el mundo necesita, el cambio climático se va a demorar más en este combate. Nada más, ni nada menos.
Hay una preocupación global sobre esta materia. En ese sentido ¿Qué avances ha hecho Chile con respecto a la minería -durante los últimos años- para abordar los problemas medioambientales que se proyectan a futuro?
En cuanto a los permisos ambientales, yo creo que no se ha avanzado, sobre todo en la duración.
Este tema estuvo parado durante todo el periodo de la pandemia, hasta ahora. Pero cabe destacar que estuvo en discusión en el Congreso antes de que empezara esto, o sea, hace 5 o 6 años, pero, después quedó parado. Entonces, no hemos avanzado en ese sentido.
Y yo soy un poquito pesimista respecto a lo que podemos lograr en el corto plazo en términos de reducir la “permisología”, porque son cuestiones que se van metiendo en la cabeza de la gente.
Ojalá que logremos reducir los tiempos de tramitación de los proyectos y con esto no quiero decir que reduzcamos las exigencias, para nada. Y esto es transversal, como el estar un poco atrasados con este tema medioambiental.
Otros países que también generan cobre ¿También tienen esta lentitud en avanzar en temas medioambientales?
Yo creo que Chile ha sido muy líder en aumentar el periodo de tramitación, en los últimos años. Tiene más liderazgo, digamos, aunque uno no quisiera ser líder en eso.
Lo que queremos es proteger el medioambiente, pero no queremos que se demore más en hacerlo. Entonces, yo creo que Chile ha ido mucho más rápido en aumentar el tiempo de respuesta, el tiempo de tramitación de los permisos ambientales y eso es muy malo.
Y no se puede atacar a alguien en particular, ni al Parlamento, ni a los gobiernos. Esto es algo que ha ocurrido porque es el desarrollo del país y nosotros tenemos una mentalidad en que nos gustan las reglas y además, las respetamos.
Entonces, por eso ha aumentado el tiempo de tramitación, porque a los chilenos nos encantan las reglas, pero a veces es necesario usar más la lógica que las reglas. Bueno, eso es parte de la cultura que tenemos que cambiar.
¿Cuáles son las tendencias y desafíos claves que tiene la industria minera chilena, durante los próximos años?
Hay dos cosas que yo creo que son súper importantes. Lo primero, es la productividad del trabajo. O sea, cuántas personas y horas de trabajo se necesitan para producir una tonelada de cobre, en promedio. Resulta que Chile está mal posicionado a nivel mundial con respecto a los países competitivos, porque tenemos demasiadas reglas.
No hay que echarle la culpa a nadie. Yo creo que es un problema de la cultura del país y tenemos que revertir eso. El gobierno debiera reconocer este problema y poner todo de su parte para poder cambiarlo. Ese es el primer problema y el más grave de todos.
El segundo, es el problema del costo de la energía. Se han hecho algunos esfuerzos, pero yo creo que debe ser más rápido, porque el costo de la energía -por diversos motivos, que son complicados de explicar- subió mucho en los últimos cinco años.
Ahora está bajando, pero ojalá que esto no sea temporal. Hay que mantenerlo bajo, porque si nosotros resolvemos el problema del costo de la energía y además aumentamos la productividad, la minería chilena va a ser más competitiva a nivel mundial.