Las Fintech siguen abriéndose paso en el mundo, y la economía digital ha pasado a ser la economía real en el globo, en épocas de pandemia mundial, lo que es hoy un hecho. Uno de los aspectos destacables que pueden extraerse del lamentable virus del Covid-19, que ha causado enormes estragos para la humanidad, es que la transformación digital en el mundo, y también en nuestro país, se ha acelerado a lo menos unos 5 años, en una generación marcada por el confinamiento social, crecimiento exponencial el volumen de sus operaciones remotas y digitales, y transacciones y e innovaciones que han generado un nuevo escenario, con interesantes desafíos para las Fintech.
Cabe destacar que la tecnología ha llevado que transformación digital ya no sólo sea utilizada exclusivamente por grandes conglomerados internacionales, empresas listadas en bolsas internacionales o importantes grupos económicos. La tecnología se ha democratizado, y hoy la pyme ha podido acceder a nuevas innovaciones para generar mejores ventas, accesos a mercados y eficiencia operacional. De esta manera, es utilizada a diario en el mundo y en Chile, más de lo que uno piensa; la inteligencia artificial, Fintech, Software as a Service (SaaS), así como también sus plataformas e infraestructura (PaaS y IaaS) se encuentran en varios rincones de nuestro país.
Todo lo anterior ha generado discusión y debate en relación al tratamiento tributario de la economía digital. Se está creando valor en el mundo, e innovaciones y emprendimientos. En efecto, en junio de este año, comenzó a regir en Chile el nuevo estatuto tributario que rige los impuestos sobre las plataformas y servicios digitales, gravando con IVA la economía digital. De esta manera, los prestadores de servicios digitales extranjeros, esto es, intermediarios y desarrolladores foráneos, y aquellos que suministran y ponen a disposición su tecnología y publicidad, se encuentran gravados hoy con impuesto al valor agregado en nuestro país. De esta manera, diversas autoridades tributarias del mundo ya lo saben y están tomando las medidas respectivas, bajo los estándares OCDE y de los países del G20, al menos gravándose con impuestos indirectos los servicios digitales, quedando al debe y por definir su tratamiento en cuando a sus efectos en renta y recargo en sede impuestos directos respecto de la creación de valor de dichos servicios.
Es menester indicar que en otras latitudes han optado por una vía diversa, como en Europa, estableciendo un Digital Service Tax, impuesto indirecto que grava al precio y transacción, como lo hacía el mensaje original del proyecto de ley de nuestro país, que fijaba un impuesto de especial naturaleza, de tasa 10%. Se optó por el IVA, que grava los servicios señalados, sin otorgar crédito fiscal, según lo antes indicado. Como vemos dicha medida es una de las vías u opciones que los gobiernos pueden adoptar para gravar a economía digital; tal vez en un futuro cercano, lo sea por medio de impuestos directos y a la renta, y nos situemos bajo el marco de acuerdos multilaterales de ribetes globales.
Con todo, los prestadores de servicios tecnológicos internacionales y Fintech enfrentan nuevos e interesantes retos. Los desarrolladores digitales de todo el globo se verán, por tanto, afectos de este nuevo impuesto y sus operaciones gravadas con IVA, lo que conllevará que las propias casas matrices se replanteen su establecimiento definitivo en nuestro país para efectos de gozar de los beneficios del crédito fiscal local, en su caso.
Por su parte, la nueva normativa en comento no ha estado exenta de críticas. De hecho, ha sido mirada con recelo por una superpotencia, actor principal de la propia guerra comercial de la cual somos testigos. Es más, el propio presidente de los EEUU, Donald Trump, ya ha amenazado con represalias de diversa índole sobre aquellos países que establezcan impuestos a los servicios digitales, buscando proteger a sus propias compañías tecnológicas como Netflix, Amazon y Google, desconociéndose aún el alcance de dichas amenazas, y por tanto sus consecuencias. Es más, plataformas como TikTok se han visto amenazada con su bloqueo en tierras norteamericanas, y su holding, ByteDance, se ha visto obligada a iniciar conversaciones para vender su negocio en los EE.UU., e iniciar conversaciones con el gobierno del país del norte. La teleserie continua hasta el día de hoy. Y los temores del país del norte no son baladíes. Vemos que la creciente relevancia de la tecnología china se ha convertido en modelo a seguir para “ventures” digitales locales, en atención a que las innovaciones chinas se han validado y certificado por más de 1.4 billones de ciudadanos chinos que utilizan a diario su inteligencia artificial, Fintech, Software as a Service (SaaS) así como también sus plataformas e infraestructura (PaaS y IaaS).
Vemos que en definitiva la nueva normativa generará una nueva carga operativa extra para los BigTech tecnológicos, y una carga económica generalmente para sus consumidores. Deberán por tanto tener especialmente presente dicho impuesto plataformas como Airbnb, Aliexpress, Netflix, Amazon Prime, Financial Times, Amazon Web Services, Zendesk y Google Ads, entre muchos otros, que ya miran la nueva norma y su aplicación, debiendo ya efectuar los ajustes necesarios a sus sistemas de cumplimiento en Chile.
Finalmente, en cuanto a la regulación de las Fintech y legislación que regule emprendimientos de transformación digital para la industria financiera en Latinoamérica seguimos al debe. Han sido esporádicos esfuerzos de ciertos países que ya cuentan con regulación, como es el caso de México, y algunos otros que siguen intentando tenerla, como es el caso de Chile. Es precisamente nuestro país quien desde el 2019 espera contar con un estatuto que valide, regule y certifique aquellos emprendimientos dependiendo de la vertical determinada. En efecto, el “crowdfunding” y demás servicios digitales está contenido en un anteproyecto de la Comisión del Mercado Financiero (“White Paper”), aún espera ser enviado por parte del Ministerio de Hacienda al congreso. Vemos que la discusión constitucional se ha tomado la agenda nacional, y este tópico ha pasado a un importante pero segundo plano. Si perdemos el foco podrá luego ser tarde y en definitiva podremos estar perdiendo la oportunidad de contar con una regulación que los mismos emprendedores esperan con ansias hace ya un par de años en nuestro país, a fin de validar y certificarse ante el regulador, consumidores y el mercado en general. Esperemos que el 2021 traiga buenas y nuevas novedades para la industria de las Fintech, la transformación digital ha llegado para quedarse en la industria financiera.