Los próximos 26 y 27 de octubre se realizarán elecciones en Chile para, entre otros cargos, Gobernadores (para estos puede haber una segunda vuelta el 24 de noviembre en caso de balotaje) y Consejeros regionales. Pero muchos electores no saben muy bien lo que hacen, lo que deberían hacer, o lo que podrían hacer esos elegidos.
La Constitución es clara: “La administración superior de cada región reside en un gobierno regional, que tendrá por objeto el desarrollo social, cultural y económico de la región”. Para ello, el gobierno regional está dotado de competencias, recursos financieros y funcionarios.
El 15 de febrero de 2018, justo algunos días antes del fin del segundo mandato de la Presidenta Bachelet, se publicó la Ley 21.074 de fortalecimiento de la regionalización, que consagró entre otros elementos importantes, un nuevo sistema de transferencia de competencias, la administración de las Áreas Metropolitanas, y el Plan regional de ordenamiento territorial. Este último, es fundamental para las regiones, pues es un instrumento que orienta la utilización del territorio de la región para lograr su desarrollo sustentable a través de lineamientos estratégicos y una macro zonificación de dicho territorio. También debe establecer, con carácter vinculante, condiciones de localización para la disposición de los distintos tipos de residuos y sus sistemas de tratamientos y condiciones para la localización de las infraestructuras y actividades productivas en zonas no comprendidas en la planificación urbanística, junto con la identificación de las áreas para su localización preferente.
Es decir que es un instrumento de desarrollo territorial de actividades económicas, pero no solo eso: debe ser considerado también como uno que permita elaborar directrices para la adaptación y mitigación del cambio climático. Aunque su elaboración será controlada por el gobierno central, gran parte de su contenido debería considerar las aspiraciones de las comunidades locales y regionales, mediante procedimiento de consulta pública y paralelamente a las municipalidades. Pese a la relevancia que se le otorgó en el debate público a este cuerpo normativo, antes de cumplidos tres años debió dictarse una ley corta de descentralización para subsanar aspectos que no habían quedado claros en la misma ley Nº 21.074 o en la ley Nº21.073 de elección de gobernadores regionales, “con la finalidad de implementar adecuadamente (sic) el proceso de descentralización del país” (es el título de la ley). Como si estas promesas no fueren suficientes, el 2023 por enésima vez se anuncia una ley de rentas regionales (proyecto de ley “Regiones Más Fuertes”, Boletín. Nº 15.921-05).Mas leyes, más promesas.
Los reglamentos de aplicación relativos a las transferencia de competencia o la gestión de las áreas metropolitanas, tarde, pero por fin están publicados, lo que permite poner en marcha esas disposiciones. No ha tenido la misma fortuna el plan regional de ordenamiento territorial, el que a la hora de escribir estas letras, pasados seis años y casi dos gobiernos, aun no tiene su reglamento que permita darle eficacia y una aplicación práctica. Peor aun, según el sitio de la Contraloría, el proyecto de Reglamento que Establece los Procedimientos para la Elaboración, Evaluación y Actualización de los Planes Regionales de Ordenamiento Territorial – bajo el número 243 – ha sido retirado sin tramitar por medio del oficio Nº 7 del 21 de febrero de 2023 de la Subsecretaría del Interior.
¿Qué fue de la declarada voluntad descentralizadora? En un par de semanas volveremos a ser convocados para elegir entre los candidatos que se postulan a Gobernadoras y Gobernadores, Consejeros y Consejeras Regionales, cargos a los que muchos de los candidatos se postulan bajo la bandera de la promoción de contribuir a mejorar la gestión y el desarrollo de los territorios por los que pretenden ser electos y electas.
Pedir que antes de que terminen el periodo para aquel que resulten electos, se cuente con el andamiaje legal y reglamentario para al menos sentar las bases para sus ambiciosos proyectos de desarrollo territorial, no me parece una petición desmedida. Para que – como decía el poeta – en cuanto llegue la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos a las espléndidas ciudades.