09-07-2025
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Ciudadanía para la Democracia

Los resultados de la elección primaria presidencial confirman la profundización de los fenómenos de merma de confianza de la ciudadanía respecto de las autoridades y déficit de legitimidad de las instituciones públicas. La baja participación refleja una desafección de la ciudadanía frente al sistema político representativo que actualmente se encuentra unido con las democracias modernas como forma de gobierno, produciéndose una distancia cada vez mayor entre representantes y representados que precipitan en contextos de crisis institucional y del sistema en general.

Esto, resulta particularmente complejo, en tanto, existe consenso en la actualidad en que la democracia ha trascendido su definición sólo como forma de gobierno, pasando a transformarse en un valor y característica deseable de la toma de decisiones públicas y colectivas. Sin embargo, estos atributos o caracteres no se generan de manera espontánea, sino que requieren espacios de formación y fomento, además de la consagración e implementación de diversos principios. Entre estos, destacan particularmente la transparencia y publicidad de los actos y decisiones, donde el acceso a la información pública constituye sólo un punto de partida. A ello, se agregan las obligaciones de rendición de cuentas de parte de representantes y gobernantes, quienes a través de estos mecanismos aportan, con una dimensión explicativa, a este flujo de información.

En este contexto, la existencia de diversos flujos de información hacia la ciudadanía, fortaleciendo la transparencia y publicidad, además del reforzamiento de las obligaciones de control y de rendición de cuentas, permiten fomentar la comunicación entre ambos, logrando disminuir la distancia entre representantes y representados. Junto a ello, las elecciones libres y justas son el mecanismo por excelencia a través del cual se decide el futuro en la democracia representativa, de modo que, la participación electoral de la ciudadanía es un elemento esencial.

El fortalecimiento de la educación ciudadana tiene como consecuencia la generación de un diálogo político entre ciudadanos y ciudadanas, generando una mayor cultura cívica que propicia una ciudadanía activa. Sólo así es posible lograr una mayor tolerancia entre las diversas opiniones, desarrollar el concepto de ciudadanía y no, meramente electores y electoras. Ello, tiene también la ventaja de constituirse en una forma de enfrentar tensiones sociales y las crisis del sistema, a través de la construcción de acuerdos resultando en el fortalecimiento y evolución del sistema político representativo.

En estos procesos juega un rol fundamental la educación en todas sus formas, cuyo enfoque se debe orientar hacia la formación de una ciudadanía socialmente comprometida, sea directa o indirectamente, con capacidad de involucramiento en problemas colectivos y de ser parte de los procesos políticos y de gobierno, contribuyendo a una vinculación ciudadana desde la diversidad de opiniones, en la esfera nacional, local y territorial.

Así, la participación de la ciudadanía no sólo es relevante, sino también es necesaria para construir decisiones que sean sustentables, y que puedan permanecer en el tiempo. Ello, además, incrementa el compromiso con las decisiones y, a la vez, con el resto de la ciudadanía, desarrollando la capacidad de poder solucionar los conflictos que pueden acontecer y aportando a la consolidación de la democracia. Sólo ello permitirá hacer frente a la evidente crisis de legitimidad de la representación y de la política, a través de reforzar el acceso a información pública, la formación ciudadana y el compromiso de la ciudadanía con lo público.

La participación ciudadana tiene un rol de trascendental importancia, sobre todo en tiempos de crisis de legitimidad, de representación y de desafección política como los que vivimos, de manera que, la implementación del voto obligatorio constituye una oportunidad para repensar las elecciones como una forma de participación más directa e igualitaria, que permite construir una cultura de tolerancia y de debate permanente, donde cobra gran importancia la información que tienen a disposición ciudadanos y ciudadanas. Sólo esto permitirá una mayor legitimidad y eficacia política del sistema, además de recobrar la confianza en los procesos democráticos.

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Escrito por

Abogada. Magíster en Ciencias Sociales por la Universidad de la Frontera. Estudiante de Doctorado en Estado de Derecho y Gobernanza Global de la Universidad de Salamanca, España. Académica de la Escuela de Derecho de la Universidad de La Frontera.