28-04-2024
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El dolor: Capítulo VI

Cuando llegaron a la ciudad las cosas se veían extrañamente quietas. La avenida por la que entraron estaba vacía y todos los semáforos estaban apagados.

No había ruido. De hecho, mientras el auto seguía su rumbo lograba captar el sonido de las ruedas del auto avanzar por el pavimento. Abrió la ventana y sintió un aire cálido, agradable en una noche muy oscura.

– Parece que estamos llegando…

– Así es magistrado, en pocos minutos estaremos allí…

Diez minutos después, se encontró en la entrada de un edificio público, justo delante de donde solía estar el palacio de gobierno. Cuando el país era una nación con un territorio definido, había elecciones locales, incluso se hablaba de los intereses que existían en los territorios para elegir representantes y escribir leyes de alcance local, aunque de eso ya algunos años.

El acompañante le señaló una entrada y avanzó, solo. Traspasó el umbral y con eso se encontró en una especie de hall de distribución. Allí había una luz intermitente que parecía ser de emergencia. Una voz le indicó su nombre y que pasara al piso 5.

Subió por las escaleras porque evidentemente no había electricidad para los ascensores. Entró en una oficina donde encontró oscuridad y en el fondo, una persona. Era una mujer que no reconoció al principio.

– Ha pasado el tiempo magistrado…

– perdón?

– Soy yo… seguramente usted me recordará…

Tras una lámpara amarilla y la pantalla de un computador portátil estaba ella. Le había visto ascender en el poder judicial años antes que él entrara y luego le escuchó en la prensa anunciar los avances del país en materia de tecnología y justicia.

– Es un momento extraño para conocernos…

– No diría que nos estemos conociendo ¿o sí?

– Usted es muy agudo Magistrado Robles…

Esto les sorprendió bastante: ella era la máxima autoridad de la judicatura, una líder indiscutida en el país hace años y no entendía como podía saber su nombre. Él era un simple juez avecindado en una casa cerca del mar, un juez de instancia que hacía su trabajo a tiempo y nada más. No tenía planes, no tenía ideas, no tenía particularidades.

– Robles, la historia ha dado un giro…

– Pues parece que sí…

– Hemos sufrido una pérdida de energía, la electricidad se cortó por semanas y con ello dejaron de funcionar nuestros servidores. No se trata de un corte común, se trata de un ataque… deliberado en cierto sentido…

– No le entiendo…

– No sea impaciente, Robles. Como usted sabe, casi todo el trabajo de nuestro servicio se realiza por sofisticadas máquinas, entrenadas primero en la producción del lenguaje natural y obviamente, con eso, en el lenguaje de las normas…

– Así es desde hace tiempo…

– Desde hace tiempo que contamos con disciplinadas y confiables máquinas que organizan nuestro trabajo, que nos orientan y sugieren soluciones, y que desde hace tiempo nos permiten construir conclusiones…

– Aun así las personas no hemos sido desplazadas…

– Claro. Es interesante esa pulsión humana. Siempre que le comento a un humano que tenemos máquinas de alto rendimiento algún humano dice “y aún así no hemos sido desplazados.” Pero ese no es el punto Robles…

– Usted dirá presidenta…

– Una parte de nuestro trabajo supone que no existe una diferencia sustancial entre la inteligencia humana y la inteligencia de las máquinas…

La explicación era bastante sencilla desde cierto punto de vista. Ella le hizo ver que la humanidad no era una especie contrapuesta a las máquinas.

-Desde que tuvimos conciencia, quisimos mejorar y cambiar nuestra individualidad Robles…desde tiempos inmemoriales decidimos que era mejor comer con cuchillos y tenedores que comer con nuestras manos, y con el tiempo pudimos reemplazar nuestros dientes por dientes artificiales. No fue tanto el tiempo necesario para incluso, intercambiar órganos y luego crear órganos de materia no orgánica dispositivos…

-yo mismo tengo un páncreas intervenido…

-como mucha gente, como casi toda la gente…¿Qué cree que nos diferencia de las máquinas Robles?¿por qué asume que tiene una entidad distinta que otras formas de materia? Ni siquiera nuestro pensamiento y nuestra mente pudo quedar al margen de esta necesidad de reemplazo y de mejora…

-no tenemos cerebros artificiales aún que yo sepa, toda mente es humana…

-jajaja, usted es graciosos magistrado…quizá esa intuición provenga, precisamente, del hecho de juzgar a otros, no puede evitar sentir cierto protagonismo…

-uso mi mente enteramente humana…

-no hay una sola mente enteramente humana Robles o al menos no en el sentido que usted cree. Su mente como la de todos ha sido intervenida día tras día por la técnica, año tras año sus pensamientos han sido moldeados, sus ideas acompañadas por publicidad y sugerencias, sus recuerdos no son sus recuerdos, sus fotos no están en su mente por todas sus imágenes están almacenadas, sus notas de colegio están en archivos que yo recuerdo mejor que usted en este momento…su mente, no es humana en el sentido que lo fue porque ninguna mente es humana así pura y simplemente, las máquinas son parte nuestra…

Dudó si su interlocutora era también un robot de última generación como el funcionario que le trajo en ese auto a bencina. Pero vio que sus pupilas brillaban fuertemente a la luz de la lámpara, y ese brillo le pareció genuino, humano. Ella le acercó una copa con agua. Él se quedó pensando en que la humanidad no existía hace algún tiempo y en que a pesar de que borró todas las fotos de ella seguía volviendo su imagen a su memoria casi involuntariamente.

-Magistrado, esta no es una conversación filosófica, hemos perdido muchos datos, tenemos que empezar de nuevo, y le he traído porque usted es uno de los pocos jueces que nos quedan en su escalafón…

Era cierto, en el escalafón y carrera de Robles había 5 personas el último año. Los demás se habían retirado, como ocurría con casi todos los trabajos. Nadie quería trabajar día a día en labores repetitivas que podían ejecutarse por máquinas, salvo algunos sujetos que necesitaban la rutina para sobrevivir.

-Lo único verdaderamente humano Robles, es el dolor, el dolor del cuerpo y el dolor del espíritu es algo inimitable, sólo la parte humana puede sentir y experimentar el dolor…de alguna forma, es el único resquicio de la humanidad y algo que evitamos a toda costa… ¿cómo podemos diseñar una máquina que juzgue el dolor?

Robles recordó cómo cuando estudiaba se hablaba de poner precio al dolor, de pensar en cómo convertir la afección en dinero.

-El dolor es individual, inimitable…

-Por tanto, irracional…

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Escrito por

Abogado, Doctor en Derecho Universidad de Girona, Profesor Asociado de Derecho Procesal en la Universidad de Chile e Investigador Asociado de la Cátedra de Cultura Jurídica de la Universidad de Girona.