En las siguientes líneas, que escribimos a propósito de un audio que se ha viralizado, resulta imperativo poner en relieve ciertas preocupantes prácticas dentro del ámbito judicial, específicamente en relación con las amenazas dirigidas a los testigos para obtener la verdad.
Una cuestión que genera inquietud es el modo en que algunos jueces, en un intento de asegurar obtener información veraz, se han visto involucrados en el uso de amenazas improcedentes y desmedidas contra los testigos.
Es muy entendible que la verdad sea un faro en un proceso judicial, pero este objetivo no puede justificar el empleo de tácticas que menoscaben la dignidad y los derechos de las personas.
Uno de los aspectos más preocupantes es cuando se sugiere al testigo que, de no decir la verdad, sus declaraciones serán cotejadas con otros antecedentes probatorios y se detectará cualquier incoherencia. Si bien la consistencia en las declaraciones es importante, es necesario recordar que el proceso de testificar puede ser estresante y puede llevar a errores involuntarios, sin que esto implique una intención de mentir.
Otro punto de cuestionamiento es la advertencia al testigo sobre su empleo y futuro profesional. Amenazar con la posibilidad de que, a sus cortos 28 años, no encontrará más trabajo si es condenado por perjurio es excesivo e innecesario, y puede generar temor e intimidación en el testigo, afectando su capacidad de proporcionar un testimonio sincero.
Asimismo, resulta improcedente y desmedido señalar al testigo que declarará presentado por la parte de la empresa, subrayándole que no es el dueño, y debe cuidarse muchísimo de mentir. Si el testigo es convocado a declarar por una entidad, es su deber decir la verdad, pero tal advertencia no debe acompañarse de una carga desproporcionada que pueda afectar su disposición a cooperar.
Además, es fundamental evitar caer en una sucesión innecesaria de amenazas que carecen de justificación. La mención de enviar los antecedentes al Ministerio Público para investigar penalmente por delito de perjurio y la posible condena a pena de cárcel son extremos que deben ser tratados con mayor cautela y prudencia. Lo propio respecto de las descripciones de la cárcel a la cual sería llevado en caso de ser condenado, como hedionda, peligrosa e insalubre. El uso de estas amenazas puede crear un ambiente de temor e inseguridad en el testigo, afectando su capacidad para proporcionar una declaración precisa y objetiva.
Es crucial que el ejercicio de apercibimiento judicial sea llevado a cabo con equilibrio y mesura, evitando caer en destemplados excesos. La justicia debe primar en todos los casos, pero esto no justifica vulnerar los derechos y dignidad de los testigos involucrados.
En fin, es imperativo revisar y mejorar estas prácticas judiciales que recurren a amenazas innecesarias y desmedidas a los testigos. Es necesario promover un entorno donde la verdad prevalezca, pero siempre respetando los derechos de las personas involucradas en el proceso judicial. Solo a través de una actitud más ponderada y respetuosa hacia los testigos podremos fortalecer el sistema de justicia y asegurar el acceso a un proceso justo y transparente para todos los implicados.