20-04-2024
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Lo que nos va quedando de la Universidad de verdad

La universidad, como institución de educación superior, debería ser un lugar donde junto con buscarse la verdad se fomente la creatividad, la innovación y la crítica constructiva, siempre mirando a la comunidad.

Sin embargo, en la actualidad, y ya desde hace algún tiempo, parece que la audacia de algunos y la irresponsabilidad e otros están a la orden del día.

En lugar de buscar la (verdadera) excelencia en la enseñanza y la investigación, se prioriza el cumplimiento de indicadores de retención y tiempos de egreso en pregrado, y el éxito en proyectos y centros de investigación que puedan generar ingresos y financiar a la institución, y de paso servir aumentar los ingresos a los gestores de esos proyectos y centros.

El problema con esta lógica es que, aunque puede dar resultados en el corto plazo, a la larga, a nuestro juicio, será insostenible e incompatible con el rol de la Universidad.

La universidad, en este esquema, se convierte en un modelo de negocios (por mucho que se adorne con otros nombres todas las políticas y definiciones vinculadas a estos asuntos), en lugar de ser una institución al servicio del conocimiento y de la sociedad.

Se termina fomentando la producción de resultados a toda costa (sin importar mucho su relevancia e impacto real en la sociedad), en lugar de la formación integral de los estudiantes y la generación de conocimiento riguroso y sobretodo relevante.

Allí por ejemplo algunos Centros dedicados no pocas veces (no siempre, desde luego) a ser fuentes complementarias de ingresos para sus miembros y muy poquito más; allí las políticas de estímulo para publicar solo en determinadas revistas de alto impacto (con todo lo que ya hemos dicho de ello en el pasado); allí – por fin – el auto engaño de los indicadores antes señalados que ponen en la mira a carreras o académicos que no se ajustan a lo que “debe” hacerse para mantener los financiamientos.

Lo hemos señalado antes, la dictadura de las revistas de alto impacto se ha convertido en una preocupación cada vez más acuciante en el mundo académico. Se espera que los investigadores publiquen en estas revistas para obtener financiamiento, promociones y reconocimiento. ¡Solo esto parece importar! ¡Solo esto importa! Y el académico que no está disponible para jugar este juego es mal evaluad@, calificad@ o aislad@.

Lo que parecen ignorar (o pasar por alto derechamente aunque lo sepan) es que estas revistas suelen estar sesgadas y dominadas por un grupúsculo de “afortunados” que conocen y manejan esta parte del negocio perfectamente, que posicionan o descartan temas, autores y metodologías, en lugar de ponerlas al servicio de la misión de la Universidad y la Academia de verdad. Y de paso, de la Sociedad.

Que decir del proceso de revisión por pares puede ser (y es no pocas veces) arbitrario y poco transparente.

En este contexto, es importante que los académicos y las instituciones universitarias serias mantengan su independencia y su compromiso con el conocimiento, la verdad y la sociedad.

Se deben buscar alternativas (al menos matices reales) a la lógica perversa de los indicadores y los resultados a toda costa donde el fin justifica los medios.

Es necesario volver a valorar la formación integral de los estudiantes, retomar la generación de conocimiento riguroso y relevante, y reforzar muchísimo más el compromiso con la sociedad.

Se deben fomentar la creatividad, la innovación y la crítica constructiva, en lugar de la conformidad y el sometimiento a la lógica de los indicadores, estadísticas y rankings.

La universidad debe ser un lugar de libertad y de pensamiento crítico, donde se promueva el diálogo y el debate, y se cuestione lo establecido. Un académico que no entienda eso, no merece ser considerado como tal. Y el problema es que no pocos, en el afán de avanzar, ni siquiera se plantean que esté escena sea preocupante.

Como sea, solo poniendo atención a lo que hemos intentado poner de relieve se podrá lograr una educación y una investigación de calidad, al servicio del conocimiento, de la verdad y de la sociedad.

Si seguimos en el camino actualmente en vigor estaremos entre un auto engaño y la frustración de la esencia misma de lo que es la universidad y lo que es ser académico, desfigurándole aquella y desvaneciéndose éste, en un teatro de apariencias que está destinado al fracaso por mucha pirotecnia que le acompañe.

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Escrito por

Abogado y Académico Universidad de Talca, Doctor en Derecho Procesal Universidad Complutense de Madrid.