El papel del profesionalismo en el ámbito jurídico, y en particular de los abogados, es de vital importancia para garantizar la justicia y el respeto por el debido proceso.
Bajo este contexto, es fundamental comprender que los recursos de nulidad constituyen una herramienta jurídica de gran trascendencia, pero que su éxito no depende únicamente de las restricciones impuestas por las Cortes.
Existen diversas razones que pueden conducir al fracaso de estos recursos, las cuales van más allá de las limitaciones procesales. Ligan con la rigurosidad y el profesionalismo, además de la capacitación.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que no podemos pretender convertir cuadrados en círculos.
Los recursos de nulidad se fundamentan en el derecho estricto, lo cual implica que no podemos desnaturalizar las causales establecidas.
Por ejemplo, es erróneo alegar que se infringe el principio de no contradicción simplemente porque los medios de prueba o las alegaciones de la parte contraria presentan contradicciones. Esta causal se precisa únicamente cuando la sentencia dictada contiene decisiones contradictorias. Es fundamental respetar la naturaleza precisa de cada causal, sin tratar de ampliar su alcance más allá de lo establecido.
En segundo lugar, es imperativo utilizar un lenguaje técnico jurídico adecuado.
La infracción de derecho no puede ser abordada como una simple opinión coloquial, genérica o imprecisa.
Cada causal de nulidad precisa requisitos estrictos que deben cumplirse. Por ejemplo, es importante diferenciar entre los conceptos de «ultrapetita» y «extrapetita», ya que cada uno tiene implicaciones jurídicas específicas.
Asimismo, la infracción a las normas de la sana crítica debe ser «manifiesta», es decir, evidente y clara.
El uso de un lenguaje preciso y técnico contribuye a fortalecer la argumentación y la validez de los recursos presentados.
En tercer lugar, es fundamental no confundir el recurso de nulidad con el formato y la naturaleza procesal de la apelación.
Independientemente de la causal invocada, incluida la establecida en el numeral 478 b, los hechos son parte de una discusión propia de la instancia, no de una primera y segunda instancia.
Alegar hechos en un recurso de nulidad, e incluso en su alegato, representa una forma peligrosa de autodestruir las posibilidades procesales de éxito.
Al hacerlo, se brinda a la parte contraria una oportunidad clara para contrarrestar los argumentos presentados, debilitando así la posición del recurso de nulidad. Es necesario ser conscientes de que la estrategia procesal y la presentación de los hechos deben ser abordadas de manera adecuada y precisa en el recurso, sin entregarle a la contraparte una ventaja innecesaria.
En resumen, el papel del profesionalismo en el ámbito jurídico, especialmente en relación con los abogados, radica en la capacidad de comprender y aplicar de manera correcta los principios y requisitos establecidos en la ley.
Los recursos de nulidad no prosperan únicamente por las restricciones de las Cortes, sino también debido a la falta de rigor en la argumentación, el uso de un lenguaje poco técnico y la confusión entre el recurso de nulidad y la apelación.
Solo a través de un ejercicio responsable y riguroso de la profesión, los abogados podrán enfrentar estos desafíos y alcanzar resultados satisfactorios en beneficio de sus clientes y del sistema de justicia en su conjunto.